In Dispatches,News and Views

La huella de Cristino Lázaro Rojas, indígena bruncájc

April 22, 2024
Una reflexión al pasado para un ordenamiento en el futuro

REDACCIÓN María Lázaro │ IMÁGENES María Lázaro y Jessica Lázaro

[This story also exists in a modified English version. Translation by Andrea Vargas and Peter Tonkin. — Ed.]

[Esta historia también existe en una versión modificada en inglés. Traducción de Andrea Vargas y Peter Tonkin. — Ed.]

Nuestros primeros progenitores de este planeta (madre tierra), murieron, pero luchando por defender sus derechos.

“Át qui ya^ ca^yénra María Galiana Figueroa Lázaro

“át qui cahuí ra Yímba ta”

“át qui Bruncájc”

Át qui ya^ ca^yénra (yo me llamo) María Galiana Figueroa Lázaro, át qui cahuí ra Yímba ta(yo vivo en Rey Curré-Yímba Cájc), át qui Bruncájc (yo soy brunca). Tengo 23 años y soy egresada de la Universidad Nacional en la sede de Heredia, en la carrera de Historia. Soy bríshba (nieta) del mayor José Eusebio Cristino Lázaro Rojas.

La autora con su abuelo, Don Cristino.

Nací en San José. Viví ahí parte de mi infancia con mis padres y mis hermanos mayores, terminé mis estudios en la escuela de Rey Curré en el 2012 y en el colegio indígena Yímba Cájc en el 2018. Ingresé a la Universidad Nacional en el 2019. Desde muy pequeña mi madre se encargó de enseñarme mi ascendencia indígena, aprendí parte de la historia de mis ancestros, sus luchas, nuestras leyendas, costumbres y tradiciones, pero principalmente me enseñó a sentirme orgullosa de ser bruncájc. Para el año 2012 nos trasladamos a Rey Curré-Yímba Cájc a vivir junto con mi familia materna. Todo ese tiempo conviví con mi Só^ (abuela) Cruz Ortiz Rivera y mi Xasúj (abuelo) José Eusebio Cristino Lázaro Rojas.

Mi mamá María Dominga Lázaro Ortiz es la hija mayor de só^ y xasúj, y siempre me comentó que ellos fueron sobresalientes en la comunidad y que se les debía guardar respeto, no solo a ellos, sino que a todos los mayores de este y de otros territorios. Para los indígenas la base de la cultura está conservada por las personas mayores, ya que sin los abuelos y las abuelas toda esa información se perdería. Con el apoyo de ellos todos esos conocimientos han pasado de generación en generación y es por esta razón que son vistos como una de las mayores autoridades de un pueblo.

Los abuelos de la autora, Don Cristino y Cruz Ortiz Rivera, en su juventud, con una de sus hijas, María Clarita Lázaro Ortiz.

Él siempre se destacó por ser un líder indígena, el cual tuvo como objetivo defender los derechos de los pueblos originarios y priorizar la conservación de los ecosistemas y de la fauna que en ella habita. Es de esta manera que siempre trató de enseñarle a las demás personas, fueran indígenas o no indígenas, lo vital que es la madre tierra para nosotros los bruncas. Dentro de sus escritos comentó que:

Nuestros padres nos han contado cuán feliz fue su existencia en esta tierra; nuestro Dios Sibú, alumbró los campos con ternura y bajo su luz, podíamos andar todo los montes y valles y sin temor alguno ya fuere cazando, pescando o recogiendo frutas. La Diosa lluvia bañó nuestros campos de semillas y plantas y nos lo dio por alimento, con lo que nos manteníamos fuertes y sanos; la tierra era muy nuestra y podríamos cambiar nuestros palenques al lugar que más nos conviniera; éramos libres y soberanos como el venado y el quetzal.[1]

Pintura del tío de la autora, José Eusebio Lázaro Ortiz, que representa la forma de vida de los Boruca y la biodiversidad de su territorio.

Nos llevan nuestras mujeres y les dieron hijos que nosotros no hemos pedido, nos azotan, nos torturan, nos cortan las orejas y nos cortan el pelo, nos obligan a vivir alrededor de sus iglesias.

De acuerdo con lo anterior, su respeto hacía todo lo que nos brindó Sibú (Dios) siempre estuvo recalcado. Es así como trató de protegerlos y poco a poco conformó diversas organizaciones para la conservación de estos espacios. Relacionado a esto, dentro de su enseñanza también estuvo presente todas las historias de las luchas de Yímba Cájc y las demás comunidades que han tenido a lo largo de los años. En sus escritos expresó que:

(…) Ahora todo lo hemos ido perdiendo desde el día en que por nuestros senderos cruzaron los españoles con sus cruces, sus escudos, sus espadas y demás armas fatales que causan muerte invisible. Nos robaron nuestros ídolos de oro; nos llevan nuestras mujeres y les dieron hijos que nosotros no hemos pedido, nos azotan, nos torturan, nos cortan las orejas y nos cortan el pelo, nos obligan a vivir alrededor de sus iglesias; nuestros niños son capturados y esclavizados en Matina y en Cartago. NO, esto debe de acabarse, no olvidarse para siempre. (…)[2]

Pintura del tío de la autora que representa la Fiesta anual de los Diablitos. Hombres Boruca con máscaras de demonios recrean un evento histórico en el que guerreros Boruca con máscaras ahuyentaron a los invasores españoles, representados por un toro.

Los pueblos indígenas han llevado un peso histórico por parte de una cultura dominante, abuelo tuvo claro esto, sin embargo, contempló que cada una de esas luchas que los ancestros tuvieron serviría de inspiración para seguir enfrentando desigualdades y problemáticas que se presentaron en Rey Curré. Él sería considerado una pieza importante dentro de la historia de Yímba Cájc. Es fundamental que su legado y sus aportes a la comunidad sean conocidos por todas las personas que visitan o quieran comprender más de nuestro pueblo.

Hay que referirse en primer lugar a su padre, Juan de la Cruz Lázaro, puesto que abuelo tuvo un ejemplo de liderazgo desde muy joven, ya que su papá fue juez de paz en Yímba Cájc. Su responsabilidad fue arreglar los conflictos de tierras, los daños hacia los animales y a los cultivos. Este puesto se consideró la máxima autoridad dentro de la comunidad indígena. En 1956 abuelo sustituyó a su padre a causa de diversas razones, es así como tuvo el apoyo del mayor Espíritu Santo Maroto del pueblo de Boruca y el mayor Evaristo Reyes Villanueva de Térraba, cada uno de ellos juez de paz también.[3]

Los Brunca marchando en protesta por las incursiones en su territorio, 2001.

Posteriormente para 1962 fue nombrado policía auxiliar y progresivamente comenzó a introducirse más en diversas luchas que se presentaron en la comunidad. Un ejemplo de ello fue el 6 de mayo de 1985, donde los pueblos de Rey Curré, Boruca y Térraba se organizaron en contra del empresario Carlos Piedra, ya que este se estuvo llevando grandes cantidades de madera localizada en el territorio de Boruca.

Esta manifestación hizo que las autoridades se llevaran a 42 indígenas de las comunidades antes mencionadas hasta la cárcel de Pérez Zeledón, de esta forma la Asociación Indígena de Costa Rica pagó una fianza de 41.000 colones y dentro de la declaración del abogado de esa organización llamado Álvaro López estas personas se les acusó por la usurpación del dominio público y daños agraviados.[4] Asimismo, en 1986 Yímba Cájc en conjunto con Boruca, Ujarrás, Térraba, Salitre y Cabagra, se manifestaron en contra de Franklin Víquez, recuperando así 40 manzanas que le pertenecen a la comunidad.

El abuelo de la autora en casa. Al reverso de la foto se describe: “Cristino conversando con un instructor de la Fuerza Pública (1997)”

El plan original del ICE implicaría trasladar a 1600 personas, 500 de ellas pertenecientes a grupos indígenas.

Sin embargo, una de las mayores luchas que abuelo siempre recalcó, fue la creación del proyecto hidroeléctrico de Boruca. Como comentó en sus escritos, en 1978 los pueblos de Ujarrás, Salitre, Cabagra, Térraba, Boruca y Yímba Cájc tomaron el salón comunal de Buenos Aires en modo de protesta y disconformidad con el proyecto. En relación con lo anterior, muchas de las comunidades indígenas y no indígenas iban a ser afectadas si este proyecto continuaba, es decir cada uno de los pueblos que se localizan en la cuenca del Dí^ Crí^ (Río grande de Térraba). Algunas de estas comunidades fueron “Lagarto, Brujo, Jabillo, Potrero Grande, Chánguena, Las Vegas, Macho Monte, Bomba de Cedro, Guadalupe, Platanillal, Colepato, Paso Real y La Florida. El plan original del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) implicaría trasladar a 1600 personas, 500 de ellas pertenecientes a grupos indígenas“[5]

Durante mucho tiempo mi abuelo, en conjunto con otros líderes indígenas, personas de las diversas comunidades y varias organizaciones más, tuvieron como objetivo poder detener eso, evitando a gran escala la destrucción de una parte importante de la zona sur del país. Gracias a esto, tuvo grandes reconocimientos en congresos, talleres y reuniones, es así como las personas que lo llegaron a conocer siempre comentaron que fue un gran líder, fuerte y orgulloso de sus raíces y de su trabajo.

Primera reunión diaria de líderes de las comunidades indígenas de Yímba Cájc y Boruca, del 2 al 8 de abril (no se indica el año).

Existían grandes sacrificios de toda clase de animales silvestres, en los ríos los envenenamientos de los peces y los camarones; los sacrificios de los cocodrilos, los incendios, las talas ilegales y los grandes derrumbes de los ríos y quebradas.

Con respecto a la contribución dentro del pueblo, muchas de sus iniciativas fueron buscar personas que también tuvieran el mismo interés por la conservación del medio ambiente. Como resultado desde 1979 comenzó a crear diferentes organizaciones para erradicar la cacería y la contaminación. Él señaló que:

En el territorio indígena de Curré existían grandes sacrificios de toda clase de animales silvestres, en los ríos los envenenamientos de los peces y los camarones; los sacrificios de los cocodrilos, los incendios, las talas ilegales y los grandes derrumbes de los ríos y quebradas. Algunos guardas que se habían nombrado únicamente recibían el salario por mes y solamente éramos 2 voluntarios quieres nos esforzamos en cuidar y proteger el medio ambiente y con muy corto tiempo para patrullar las zonas afectadas.[6]

El abuelo de la autora, don Cristino, en un momento de reflexión (sin fecha).

Por lo anterior se inició una organización de mujeres indígenas (a causa de que en la comunidad había más mujeres que hombres), para dividir cada una de las responsabilidades. Los hombres se encargaron de ir al campo mientras que las mujeres, en su gran mayoría artesanas, se ocuparon de incentivarlos con las ventas de las piezas. Durante 1985 se conformó otra organización más amplia con personas voluntarias, las cuales se dedicaron a realizar capacitaciones para las personas progresistas y brindar un seguimiento a la idea de defender todos los recursos naturales. Es así como la organización recibió el nombre de Consejo Indígena Regional del Pacífico Sur y su Junta directiva estuvo integrada por delegados de seis pueblos indígenas localizados en Corredores, Coto Brus y Buenos Aires.[7]

La autora con traje tradicional Brunca, sosteniendo un cuenco tallado a mano en una calabaza, un ejemplo de artes decorativas Boruca que se vende en la tienda artesanal de su familia.

Cada uno de estos proyectos mantuvo a abuelo ocupado, en diversas reuniones, en giras por otros pueblos y en congresos en San José. En algún momento fui a acompañarlo junto con mi papá a estos encuentros o simplemente observé y escuché algunos fragmentos de estas reuniones que tuvieron en la oficina del Consejo Indígena Regional, Pacífico Sur. Sin embargo, para estas etapas en las cuales abuelo estuvo presente, yo era muy joven aún. Había temas que no comprendía, procesos que no había vivido y tampoco tuve el honor de ser parte de estos proyectos.

Siempre enfocándose en la historia que leí, que me transmitieron mis abuelos, mis tíos, mis tías y mi mamá.

A pesar de ello, en conjunto con mi mamá, estuve acompañándolo en diversas actividades como marchas. Un ejemplo que mi madre mencionó fue la participación en las manifestaciones en contra del proyecto hidroeléctrico Boruca, yo tenía tan solo 3 años y en la mayoría del tiempo el trayecto y las protestas se hicieron en la carretera interamericana. No obstante, a pesar de que no logré estar en los trabajos de mi abuelo he tratado de brindar mi aporte hacia la comunidad, siendo voluntaria del Museo Nacional y siendo parte del grupo del Museo comunitario de Yímba Cájc. Asimismo, como historiadora me gusta compartir la historia de Rey Curré a las demás personas interesadas en el territorio. Es así como he brindado clases a grupos de colegios que se localizan en la capital, he realizado talleres nacionales e internacionalmente sobre la confección de las diversas artesanías y he llevado a grupos de turistas y estudiantes a pequeñas excursiones en el pueblo. Siempre enfocándose en la historia que leí, que me transmitieron mis abuelos, mis tíos, mis tías y mi mamá, en honor a su legado y su esfuerzo por mantener una cultura milenaria.

Cartel que dirige a los visitantes a la tienda de artesanías de la familia de la autora, en el territorio Boruca de Rey Curré-Yímba Cájc.

Se debe comprender que abuelo fue más cercano a realizar actividades en pro de la conservación natural y a favor de los derechos de las personas indígenas, más que estar en la tienda. Las personas que visitaron la pequeña tienda se llevaron una buena impresión de ellos, puesto que mis abuelos fueron amables y bondadosos con todos y estas personas siempre volvían a visitarlos cada vez que tenían la oportunidad. Sin embargo, la encargada de la tienda fue mi Só^ Cruz Ortiz Rivera. Su padre Gregorio Nájera Valdez, le enseñó la elaboración de las piezas en jícara, pero se debe tener en cuenta que estos objetos antiguamente se ocupaban en la vida cotidiana de los indígenas, sin la idea de que pudiera ser un elemento de comercio. Empleando las palabras de mi uncá^ (tío) José Eusebio Lázaro Ortiz y del autor Daniel Leiva Leiva:

El origen de las actuales artesanías tiene como base la necesidad de nuestros antepasados de proveerse de utensilios que les hicieran el diario vivir más cómodo, a partir de la llegada de foráneos a la comunidad es que observan que los objetos naturales en los hogares, pueden tener un valor comercial, que con el pasar de los años evoluciona de manera natural o por capacitaciones de técnicas modernas se diversifica, y pasa a tener un rol muy importante en la sostenibilidad económica de los hogares curreseños.[8]

Pintura del tío de la autora, José Eusebio Lázaro, que representa a una mujer Boruca rodeada de calabazas talladas a mano y la abundante flora y fauna de su territorio ancestral.

A causa de la construcción de la carretera interamericana la cual inició en 1954 y finalizó en 1962, comenzaron a llegar personas no indígenas a la comunidad. Esto también aumentó para 1929 con la llegada de la compañía bananera establecida en Palmar. De esta forma hace más de 41 años mi só^ comenzó a vender las piezas en jícara. Estas iban desde los 2 colones, aunque poco a poco fue aumentando su precio. Además, ella les enseñó a todos sus hijos a ser artesanos, les transmitió los conocimientos teóricos y prácticos que se deben llevar a cabo para ejecutar la pieza.

Durante todo ese tiempo, abuela participó en diversas ferias nacionales y fue reconocida por sus aportes hacía la comunidad, siempre conservando los conocimientos, procesos y diseños que su padre le enseñó desde pequeña. Cuando ella falleció, la tienda quedó a cargo de mi mamá, María Dominga Lázaro Ortiz, con el apoyo de todos sus hermanos y hermanas. Cabe recalcar que anteriormente la tienda siempre fue un rancho tradicional, sin embargo, para el 2019 se remodeló el sitio, siempre tratando de conservar la esencia de só^ y xasúj.

La visión de la tienda es poder vender las artesanías como lo hizo abuela. Tener representaciones de la cultura en objetos simbólicos, como el bote, el rancho, las máscaras realizadas en materiales reciclados, fotografías y demás. Se ha tratado de gestionar diversos proyectos y construcciones a la tienda para el futuro, con el objetivo de construir un pequeño museo en honor a Cruz Ortiz Rivera y a José Eusebio Cristino Lázaro Rojas, por todo el trabajo que en vida ejercieron.

Parte de la nuestra historia se borró con el tiempo. Abuelo me comentó que fue a causa de una cultura dominante la cual prohibió, cambió y borró nuestras historias.

Cuando comencé a crecer, observé lo trascendentales que fueron mis abuelos para el pueblo. Siempre traté de preguntarles y de escuchar atentamente cada una de sus anécdotas, muchas de ellas me parecían fascinantes y a causa de eso mi curiosidad creció cada vez más. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en las historias de los pueblos indígenas hay muchos vacíos de información. Es por eso por lo que muchas de mis interrogantes mis abuelos no lograban responderlas, puesto que parte de la historia se borró con el tiempo por diversas razones. Abuelo me comentó que fue a causa de una cultura dominante la cual prohibió, cambió y borró parte de nuestras historias. Esto generó que me interesara más sobre mi propia cultura e intentar encontrar esos vacíos de información, cosa que me llevó a ingresar a la carrera de Historia. Todo gracias a ellos.

Fotografía de época exhibida en la tienda de artesanía de la familia de la autora, que muestra máscaras tradicionales usadas por hombres bruncas que participan en la Fiesta de los Diablitos, un ritual anual que recrea el conflicto con los invasores españoles.

Siento un gran orgullo de ser su nieta. Quizás no logre hacer todo lo que hicieron ellos en vida, sin embargo, siempre he buscado brindar mi ayuda al pueblo, he tratado de compartir mis conocimientos a los demás con el debido respeto que se merecen y he tratado de dejar una pequeña huella. En el futuro espero seguir compartiendo su legado, las luchas de la comunidad, la fortaleza de las mujeres indígenas y el rescate que se ha tratado de hacer por las tradiciones y costumbres.

Mi piel morena como el color de la tierra que me vio nacer. Aquella que después de ser saqueada durante 500 años no pierde su riqueza y resplandor.

La autora con traje tradicional Brunca, sosteniendo un cuenco tallado a mano en una calabaza, un ejemplo de artes decorativas Boruca que se vende en la tienda artesanal de su familia.

Es un gran honor que ellos me transmitieron el orgullo de ser una joven mujer indígena y también le agradezco a mi mamá el haberme enseñado parte de ese orgullo hacía mis raíces, el quererme a mí misma sin ningún prejuicio, el querer mis ojos de obsidiana, mi cabello oscuro y largo como la noche misma, mi idioma, mis creencias, mis costumbres, mi cultura, mi piel morena como el color de la tierra que me vio nacer. Aquella que después de ser saqueada durante 500 años no pierde su riqueza y resplandor. Estoy consciente de que la sangre de mis abuelos corre por mis venas, con su sabiduría, sus conocimientos, su forma de ver la vida y su respeto. Soy el legado mismo de sus vidas.

De nuestros ancestros que ya muchos han muerto, otros viven y aún otros ni siquiera han nacido.

Nuestros adversarios foráneos llegaron a nuestros senderos y nos cortaron nuestras ramas y nuestros troncos y nos quemaron; pero nuestras raíces, NO pudieron destruirlas. Y todo eso lo debemos a nuestra madre Tierra y a Nuestra Diosa Agua, ya que nuestra madre Tierra nos dio el abrigo a nuestras raíces y nuestra Diosa Agua regó nuestros campos para que todo retoñara y reviviera. De nuestros ancestros que ya muchos han muerto, otros viven y aún otros ni siquiera han nacido, para ellos serán nuestras luchas incansables.[9]

Don Cristino, abuelo de la autora, descansando en su casa en su hamaca.

[1] José Eusebio Cristino Lázaro Rojas. (1995). Recopilación de manuscritos, p. 2.

[2] José Eusebio Cristino Lázaro Rojas. (1995). Recopilación de manuscritos, p. 2.

[3] Ana Arias Quirós, María Bozzoli Vargas, Giselle Chang Vargas y Myrna Rojas Garro. (2003). II Congreso sobre pueblos indígenas del conocimiento ancestral al conocimiento actual: visión de lo indígena en el umbral del siglo XXI. Universidad de Costa Rica, p 40-41.

[4] Ingrid Holst. (1985). Liberan a indígenas de la reserva Boruca-Térraba. La Nación.

[5] Ditsö. (2005). El proyecto hidroeléctrico Boruca. Perspectiva histórica y análisis actual. Asociación de Iniciativas Populares Ditsö, p 29.

[6] Ana Arias Quirós, María Bozzoli Vargas, Giselle Chang Vargas y Myrna Rojas Garro. (2003). II Congreso sobre pueblos indígenas del conocimiento ancestral al conocimiento actual: visión de lo indígena en el umbral del siglo XXI. Universidad de Costa Rica, p 41.

[7] Ana Arias Quirós, María Bozzoli Vargas, Giselle Chang Vargas y Myrna Rojas Garro. (2003). II Congreso sobre pueblos indígenas del conocimiento ancestral al conocimiento actual: visión de lo indígena en el umbral del siglo XXI. Universidad de Costa Rica, p 41.

[8] José Lázaro Ortiz y Daniel Leiva Leiva. (2018). Reseña del patrimonio cultural del pueblo bruncájc, de Yímba Cájc/Curré. Universidad de Costa Rica, p 51.

[9] José Eusebio Cristino Lázaro Rojas. (2001). Recopilación de manuscritos, p. 1.

 

María Galiana Figueroa Lázaro tiene 23 años y vive en Costa Rica, en el territorio indígena Rey Curré. Estudió Historia en la Universidad Nacional de Costa Rica. Desde temprana edad, se sintió atraída por temas relacionados con su pueblo, los Boruca, y recientemente comenzó a hacer su propia pequeña contribución para garantizar que otros puedan aprender y comenzar a comprender a los pueblos indígenas.

Tags: , , , , , , , , , , , , , ,